El cierre del destino canario para frenar la expansión del coronavirus está provocando el trasvase de viviendas dedicadas al alquiler vacacional al mercado residencial, un fenómeno que se está constatando sobre todo en los núcleos urbanos, afectados también por el vaciamiento de visitantes.
Aunque el incremento sea mínimo, se convierte en significativo teniendo en cuenta la situación de aislamiento que afecta a Canarias, como al resto de España. Los portales inmobiliarios dudan de momento de que el número de nuevos anuncios sea una prueba del cambio de apartamentos turísticos al mercado tradicional.
La oferta con más demanda se mantendrá en letargo, a la espera de que se reabra el destino. «Quien tiene una propiedad en primera línea de playa, o en zonas con una oferta turística potente, ya sea paisajística, o cultural, no va a dejar el alquiler vacacional. Porque hay que recordar que el arrendamientos a largo plazo, según la norma actual, implica cinco años de duración si el propietario es un particular y siete si es una empresa».