El coronavirus ha puesto en evidencia las carencias que presenta la planta alojativa en Canarias y todo el país.
La arquitecta Flora Pescador destaca que “el confinamiento ha trasladado el interés de la sociedad por la calidad del espacio de vida doméstico. No es lo mismo habitar una vivienda holgada en metros cuadrados, bien orientada, con terrazas o jardines que una vivienda mínima de dimensiones insuficiente, mal orientada, sin buena luz natural o sin espacios de desahogo para niños y mayores. Hoy más que nunca entendemos que las dimensiones mínimas de vivienda son a veces socialmente inaceptables”, dice. Señala que “esta crisis también demanda la distribución de espacios personales, «la posibilidad de albergar enfermos que deban ser aislados obliga a producir en la vivienda células completas de habitación y aseo”.
Vicente Mirallave afirma que “los espacios ajustados y mínimos de las ‘viviendas dormitorio’ afectan psicológicamente a los individuos y pueden generar ansiedad o claustrofobia, pues son espacios pensados para que las personas entren y salgan de ellos ejerciendo el trabajo, la educación, el deporte y el ocio en el exterior. El confinamiento obliga a realizar todas estas actividades en un espacio cerrado donde no siempre es posible encontrar las condiciones adecuadas para ello. Por ejemplo, la ausencia de terrazas como espacio de desahogo de la vivienda se ha manifestado en este período como un handicap básico para la población urbana”.
Jin Taira considera que se producen “dos circunstancias, el primero es cuando todas las personas que viven en la vivienda están confinadas. En este sentido, el punto clave es el acceso de suministros al interior. El segundo, y más complejo son los sistemas de sectorización y seguridad en el interior de la vivienda, garantizando: áreas de aseo separados, dormitorio con buena iluminación, ventilación y espacio de trabajo y ejercicio”.
Viviendas de mínimos costes
Las “viviendas dormitorio” ha estado en el punto de mira durante los últimos meses. El punto de partida es cómo ha vivido este periodo la mayoría de los canarios. “Las viviendas, que se han venido construyendo en las islas en los últimos treinta años, responden al Decreto de habitabilidad del Gobierno de Canarias que establece las superficies mínimas, lo que ha generado unas tendencias empresariales de mínimos costes y máximos beneficios, incluso en número de dormitorios por vivienda o en la fusión de cocina salón en una sola pieza, no habiendo prácticamente diferencias entre una vivienda social y una de renta libre salvo por la calidad de los materiales en la las terminaciones”, recuerda Mirallave . Como dato, una vivienda de un dormitorio se puede resolver en 25 m2 útiles”, añade Mirallave.
De los 434.400 hogares en la provincia de las Palmas, el 31% son parejas con hijos; el 25% son unipersonales; el 17% son parejas sin hijos; el 13% familias con un progenitor y 3,9% de personas sin formar núcleo familiar. La vivienda contemporánea en España muestra unos valores estadísticos muy similares.
Los tres arquitectos coinciden en destacar que las sociedades han de diseñar ciudades con nuevos protocolos que permitan responder a las pandemias con garantías. Taira no ve que se vaya a producir un éxodo a zonas agrícolas o rurales como proceso especulativo para una segunda residencia, sino una dispersión urbana dentro de los criterios de los Objetivos para el Desarrollo Sostenible de la ONU, con vistas a los nuevos equilibrios económicos. En esta línea, Mirallave duda “que haya capacidad económica para permitirse una segunda residencia” Por su parte, Pescador considera que los “nuevos crecimientos urbanos deberían estar situados en continuidad con el suelo urbano actual. Hoy la vuelta al campo debería ser para organizar una agricultura kilómetro cero como un recurso prioritario de la economía local”.
Transformación turística
Mirallave cree que hay que llevar a cabo una necesaria adaptación de los espacios en los establecimientos turísticos para hacer frente a la emergencia sanitaria sin grandes transformaciones que requieran licencia.
Pescador señala que todas las instalaciones turísticas han de ser reformadas por “la necesidad de mantener normas de distanciamiento, lo que obliga a repensar muchos de estos equipamientos. Los equipamientos comerciales ubicados en el interior de grandes contenedores plantearán más dificultades para una situación post COVID, por lo que tendrán que aplicarse en medidas de seguridad como entradas y salidas separadas, secuencia de recorridos unidireccionales que garanticen distancias mínimas de seguridad. No sería el mismo problema para aquellos centros de diseño abierto al aire libre con terrazas y jardines como sucede en algunas ciudades turísticas canarias”, pronostica.
Taira apunta a que “en los últimos años se ha generado una gran base estadística en turismo que nos permite conocer el comportamiento del turista en Canarias. En base a esta información y experiencia se deben organizar protocolos de uso seguros”. En los alojamientos turísticos “en una situación de desconfinamiento, se deberían normalizar los tests a la entrada de los hoteles para garantizar su estatus espacios seguros. Y si se produce un escenario de infección, poder sectorizar zonas de confinamiento y en una situación extrema poder convertirlo en un ‘hospital aislado’, como sucedió en Tenerife” en uno de los primeros brotes”.
Entre las medidas de control y protección, son tan variables los escenarios y hay tan pocas certezas sobre futuras situaciones similares que Mirallave se muestra cauto al indicar que “cada enfermedad o virus que puedan aparecer en el futuro tendrían síntomas diferentes, por tanto, ni siquiera los detectores que ahora son eficaces con el coronavirus servirían”.
Flora Pescador valora que “de toda la ortopedia de la que se habla, quizás lo más interesante sea disponer de entradas y salidas independientes, pasillos y sistemas de circulación de un solo sentido, instalar puertas automáticas, ascensores con restricciones de número de personas, aforos, ratios de densidad. etc. Todo ello cumpliendo con la distancia física y normas de distanciamiento en salones, comedores, terrazas y zonas comunes. Por contra, el sistema de mamparas en playas parece poco convincente”. Cree que Canarias debería ser pionera en tener un Certificado de destino saludable. El turismo, a su juicio, tendrá grandes oportunidades, si además de ofrecer ocio en condiciones seguras ofrece también, productos locales de consumo, y apuesta en general por un modelo sostenible de isla verde.
Taira cree que estamos ante una situación que traerá consigo varias iniciativas “nuevos sistemas. Cuanto más sencillos, económicos y seguros mejor. Posiblemente los sistemas de detección de temperatura, o reconocimiento facial nos aboca a una idea de sociedad vigilada”, concluye.